La realidad te golpea, te lastima,
entra sin pedir permiso
y te confronta,
te cuestiona.
La realidad es mal educada,
no entiende de protocolos,
a veces ni de filosofías.
No respeta las conversaciones
ni el proceso creativo de un artista.
La realidad te hiere,
te penetra como un arma,
te ensucia y te desangra.
La realidad destruye el edificio de tus sueños
en un solo impacto
cruel y certero.
La realidad no conoce la misericordia
ni practica la sutileza.
No tiene consideración del más débil
ni del más iluso, y simplemente
se alegra de ver cómo se rompen las fantasías
contra el duro suelo de concreto.
La realidad parece a veces
una enemiga del alma,
de los ideales y los sueños,
pero la realidad no es mala.
La realidad es tan sólo eso.
Es, existe, está.
Es realidad.
Y hay que afrontarla.
entra sin pedir permiso
y te confronta,
te cuestiona.
La realidad es mal educada,
no entiende de protocolos,
a veces ni de filosofías.
No respeta las conversaciones
ni el proceso creativo de un artista.
La realidad te hiere,
te penetra como un arma,
te ensucia y te desangra.
La realidad destruye el edificio de tus sueños
en un solo impacto
cruel y certero.
La realidad no conoce la misericordia
ni practica la sutileza.
No tiene consideración del más débil
ni del más iluso, y simplemente
se alegra de ver cómo se rompen las fantasías
contra el duro suelo de concreto.
La realidad parece a veces
una enemiga del alma,
de los ideales y los sueños,
pero la realidad no es mala.
La realidad es tan sólo eso.
Es, existe, está.
Es realidad.
Y hay que afrontarla.